Una vez limpia, es bueno secarla con un trapo limpio para acabar de quitar los posibles rastros que se hayan quedado. De esta forma ya tendrás la cadena lista para lubricarla y echar a rodar. Eso sí, ten en cuenta que todo este proceso es recomendable realizarlo no antes de salir con la bici, de tal forma que le dé tiempo al lubricante a adherirse correctamente a la cadena y todo funcione mejor cuando eches a rodar.
Hay diferentes opciones para lubricar la cadena, ya que se puede hacer con aceite o con cera. Ambas opciones son válidas, e incluso puedes combinarlas en función del tipo de terreno o época del año. Por ejemplo, en los meses de verano si es altamente recomendable usar cera, ya que se comporta mejor en condiciones secas.
El lubricante de cera es una muy buena opción para lubricar la cadena ya que la cera crea una especie de película protectora en la superficie de la cadena que repele el polvo y penetra más a fondo en los eslabones. Pero a la hora de lubricarla, debes ir con cuidado y utilizar la cera necesaria, sin quedarse corto, pero tampoco sin pasarse. Lo ideal es que pongas el bote sobre la parte baja de la cadena para que todo lo que caiga no ensucie a la bici o impregne a otros eslabones, sino que caiga al suelo, donde previamente habrás puesto un trapo. A partir de aquí, mueve la cadena lentamente con los pedales y deja caer una gotita en cada eslabón de forma que penetre bien en cada uno de ellos. No hace falta más que una gota en cada uno, de lo contrario lo que sucedería es un exceso de lubricante que lleva a acumulación de grasa y suciedad en la cadena, lo que acaba siendo contraproducente. En el vídeo anterior de Viajar and Roll también puedes ver cómo realizarlo.