Más allá de los ajustes que acabas de ver, llega un momento donde, por el desgaste, el problema es que las pastillas o el disco tienen que ser sustituidos.
En el caso de las pastillas, es visible cuando está desgastada. Verás que el freno toca más con el hierro de la pinza que con la parte con la superficie de frenado, ese compuesto orgánico normalmente de grafito o aramida, y muchas veces llamado “resina”.
Para cambiar las pastillas de freno, debes comprobar que las que pondrás nuevas son compatibles con el equipo que monta tu bicicleta. Existen muchos tipos y compatibilidades (Shimano, SRAM, Camapgnolo, Avid...), así que según lo que lleve tu bici debes escoger entre unas pastillas u otras. Una vez cuentes con las que necesitas, quita la rueda para trabajar con mayor facilidad y empezar a cambiar la pastilla. Lo primero, quita el pasador o el tornillo que sujeta la pinza para quitar las pastillas. Aprovecha este momento para limpiar bien la zona con un limpiador específico para frenos de disco. Seguidamente, abre los pistones para apalancar y colocar las nuevas pastillas. Para colocarlas correctamente con el tacto que quieres, debes ajustar con el separador de pistones e ir haciendo comprobaciones tal y como hemos visto en el punto anterior.